jueves, 13 de noviembre de 2008

Año Nuevo en el Barrio Chino, Buenos Aires


Los eventos chinos son, sin duda, una fiesta para todos aquellos que los viven, ya sean chinos o no. Lo cierto es que también son conmemorados a lo largo y ancho de todo el mundo, y por qué nuestra Argentina habría de ser la excepción.
La comunidad china en nuestro país, gana más y más territorio día a día. Trabajan, estudian, y por supuesto, festejan sus fechas emblemáticas con bombos y platillos como si estuviesen en su país.
Aquí, un periodista del diario Clarín nos presenta desde su punto de vista, un festejo del año nuevo en el Barrio Chino, Capital Federal.

30.01.2006 | Clarín.com | La Ciudad
LAS CELEBRACIONES DEL AÑO NUEVO CHINO EN ARRIBEÑOS Y JURAMENTO
Dragón multicolor, comidas típicas y fiesta en Belgrano
La imponente cabeza de un gran dragón multicolor se eleva entre la multitud. Los tambores suenan con furia, y el muñeco, manejado por 10 personas, baila siguiendo el ritmo. La escena se vivió ayer a la tarde en Arribeños y Mendoza, Belgrano, y formó parte de los festejos que se hicieron en la zona para darle la bienvenida al nuevo año chino: el año del perro de fuego (simboliza calidez, luz y apertura).

"Esta danza trae buenos augurios. Se supone que el dragón y los leones exorcizan el lugar para espantar a los demonios", comentó José Reyes (31), bombista e integrante de la escuela de artes marciales que realizó parte de las actuaciones para este festejo.

A pesar del calor, las calles principales del Barrio Chino (Arribeños entre el 2100 y el 2300) estaban colmadas de gente. Además de los típicos restoranes y locales de venta de productos orientales, sobre la vereda de Arribeños se sucedían puestos ofreciendo todo tipo de productos: desde comidas típicas (panchos chinos —salchicha en palito cubierta con masa tipo panqueque—, hielo rallado —hielo picado saborizado con miel y porotos dulces—, y cubanitos chinos) hasta masajeadores, abanicos, y variedad de adornos .

Min está sentada en uno de los puestos. Sus manos ágiles trazan los ideogramas chinos que traducen los nombres que sus clientes le piden. Primero es Camila, luego Patricia, y finalmente Rodrigo, un rubio de 9 años que abre los ojos sorprendido mientras escriben su nombre.

"La verdad, está bueno. Compramos unas cuantas cosas lindas y no muy caras", relata Nadia (20) junto a sus cuatro amigas.

En un local de acupuntura unas cuantas personas hacen cola para hacerse un chequeo de salud por 5 pesos. "A mí me salió exactamente lo que me pasa", dice Marta (45), convencida, luego de terminar su sesión.

De a ratos, explota algún petardo. La tradición dice que el ruido atrae a los buenos espíritus.

http://www.clarin.com/diario/2006/01/30/laciudad/h-03702.htm

AA

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